3.9.18

Septiembre

Y..., ¡bueh! El calendario amerita el siguiente texto. Se trata de “Septiembre” un texto bastante viejo, de mi adolescencia, que fue escrito de una sentada una tarde de un 21 de septiembre. La soledad, el auto-aislamiento, etc., pero a modo de protección (si cabe la palabra) el hecho mismo de entender un camino muy distinto al impuesto socialmente y una forma de resistir. A primera leída puede que suene algo bajón o depresivo, pero en ese momento estar en mi cuarto rodeado de mis discos y mis libros y tener la “Olivetti” a mano era un refugio. Y a su vez lo disfrutaba mucho, expulsando estas cosas, no dejándome llevar por la corriente y siendo paciente. Construyendo un espacio, un hueco en este orden social. Tomando una ruta, tal vez la sinuosa, pero la que me dejaba donde realmente quería estar.
Va el texto, que también estuvo incluido en el libro SEMILLAS DE PEZ SALMÓN.
 

Me siento aislado, como un cangrejo en el medio de un desierto. Estoy rodando por algún lado como una inmensa pelota, reboto o me rebotan por donde voy. Estoy tirado en la cama de mi cuarto, son las siete de la tarde, eso creo, el sol parece haberse atascado entre dos montañas sobre la cordillera, todavía queda algo de luz aunque en el cuarto comienzo a estar a oscuras. Alcanzo a verme las piernas desnudas y descubro que me ha crecido un montón de pelo. En eso un pájaro canta a gritos, puede que sea algún holler de las aves y me quedo escuchando ese chillido, suena bien. Me asomo por la ventana y lo alcanzo a ver; es todo negro, abre las alas y abre el pico y larga el sonido, mira enloquecido alrededor, está a punto de irse. Vuelve a fijarse por sus costados y por otro lado aparece uno igual a él y se miran, después se van. Yo sigo ahí. Me enciendo un cigarrillo y vuelvo a la cama.