A
continuación un relato del libro “XXX”, editado por primera vez en agosto de 2008 a través de ZEDICIONES. “El nuevo día”,
relato que abajo publico, salió publicado como parte de la SERIE
DEMO en abril de 2007 y fue como un adelanto del libro que luego
publicaría. También formo parte de la antología DESERTIKÓN
(Antología
de poesía y narrativa contemporánea mendocina) que editó Eloisa
Cartonera por el año 2009.
Este
texto lo escribí por el 2001, recuerdo, mientras preparaba lo que
luego sería mi primer libro de relatos, que como decía, salió
publicado en el 2008 con dibujos de Florencia Pallota, diseño de
Meck (María Eugenia Carrasco), prólogo de María García y
contratapa de Samantha.
En
su edición para la colección SERIE DEMO, Alejandra Pinto escribía
lo siguiente:
Marcelo
Neyra en su texto erótico nos habla de un más allá de la
excitación. Esa lujuria espontánea y ocasional es casi una tarea de
experimentación provocada por el aburrimiento. En sus personajes,
aunque se encuentra presente el goce sensual y su texto es un fiel
expositor de ello, hay un más allá que apunta a un vacío
existencial, a una espera inconclusa de un algo que saque a los
personajes de la rutina, del abandono, de la soledad. Sus personajes,
en aquella aventura erótica, buscan otra cosa que el placer físico,
que no está de más, por cierto, en el relato, pero nos hablan de
que sus cuerpos como el sustrato último de su identidad buscan una
trascendencia de la carne, buscan “El nuevo día” y ese nuevo día
es el símbolo de alguna otra cosa que la realidad, material y
concreta, de su presente y sus cuerpos. Por eso como le comenté al
mismo Marcelo me parece que él escribe como “un monje saciado”,
es decir, alguien que muestra su dominio del relato erótico pero no
para permanecer en él sino para apuntar a algo, un más allá mucho
más existencial y trascendente sin querer con esto negar la
materialidad y el goce corporal. Sin duda, un referente tal vez
inconsciente de esta escritura podría ser Sade, donde todo el
despliegue de la carne era para exponer una problemática moral.
Marcelo, contemporáneo y actual, despliega la carne para hablarnos
de la existencia, y esa existencia es la de nuestro conflictuado y
confuso siglo XXI donde el desarraigo, la falta de referentes, la
carencia afectiva o espiritual son las coordenadas en las que nos
movemos y, en el caso del relato, es esa pertenencia a algún “ismo”
lo que pretende salvar a los personajes, aunque este “ismo” sea
el de la carne.
1
Dentro de una hora
va a empezar a verse el amanecer. Estamos con Pamela y Martín
esperando lo que comúnmente se llama “El nuevo día”. Estamos
los tres acostados en la cama de Pamela, ella está en el medio,
entre nosotros. Tengo ganas de dormir pero, había prometido que
pasaría a “El nuevo día” despierto. Martín fuma, Pamela está
descompuesta y presiento que en cualquier momento va a vomitar. Me
levanto y me siento en el borde de la cama, Pamela se acerca y usa de
almohada mis piernas y me pide que le acaricie la nuca, como lo hacía
su tía cuando tenía once o doce años. Yo no viví esa etapa con
ella, así es que me lo imagino y paso mi mano sobre su nuca. Creo
que lo hago muy parecido a su tía, ella respira muy suavemente y
cierra los ojos. Se entrega a mi cuidado y espera paciente a “El
nuevo día”. Martín se cansa de fumar y tira el cigarrillo al
piso, después habla.
-Sería bueno que
hiciéramos algo... –dice y me mira–. Podríamos coger entre los
tres, o mejor dicho podríamos coger a Pamela.
Pamela sonríe
tibiamente y sigue con los ojos cerrados, en realidad espera que yo
conteste por los dos. Sería bueno, pienso mientras Martín ha salido
del cuarto, que Pamela supiera que alguna vez se me cruzó por la
cabeza esa idea. Con Martín nunca lo hablamos. Somos amigos desde
hace casi diez años y jamás tuvimos sexo entre los tres. Ahora veo
la ventana y recuerdo lo que estamos esperando. Qué habrá detrás
de “El nuevo día”.
Martín vuelve al
cuarto y esta vez se sienta en el piso, debajo de la ventana y
pregunta.
-¿Lo pensaron?
-Qué –digo.
-Eso de coger a
Pamela.
Pamela sigue sobre
mis piernas y no dice nada. Lo miro a Martín y me imagino la
situación. Siento que algo me calienta su sugerencia y trato de
frenarme. Me está excitando la idea. Pamela respira y viene la
arcada, en eso desparrama todo el vómito, larga un líquido entre
marrón y verde. La ayudo a incorporarse y Martín también, la
tenemos entre los dos y ella empieza a llorar. Trato de calmarla y la
abrazo, me pide que la lleve al baño, la levanto y la llevo con
mucho cuidado. Una vez en el baño me pide que la deje sola, le hago
caso y vuelvo con Martín a la cocina.
2
-Será verdad eso de
que una mina se puede bancar dos pijas en la concha a la vez –dice
Martín.
-Qué sé yo. Creo
que sí.
-Hagámoslo, boludo,
dale. Estoy cansado de esperar “El nuevo día”. A quién puta se
le ocurrió esto de “El nuevo día”.
-A Pamela.
-¡Sabía! La mina
está recaliente. Hizo todo este circo de invitarnos a su casa, tomar
licores y esperar despiertos para meternos en su cama y calentarnos.
-No sé. Pamela está
podrida, sabés, la está pasando mal.
-Boludeces. Está
mejor que nosotros dos juntos. Quiere una buena pija. Eso es lo que
quiere.
-No sé...
-Decime, decime, ¿te
calienta o no?
-Sí.
-Y bueno... Acordate
de cuando la conocimos. ¿Te acordás?
-Algo.
-Andábamos los dos
colgados, ella también estaba colgada. Te acordás, estábamos en la
plaza; pasó y nos miró a los dos con hambre. ¿Por qué no fue que
pasó nada esa noche? Porque la mina estaba caliente con los dos y no
sabía con quien quedarse. Después vino toda esta historia de la
amistad, etc., etc. Eso está bien. Yo no quiero otro rollo.
-Yo tampoco.
-Somos amigos o qué.
Yo quiero que Pamela siga siendo mi amiga, no la quiero perder. Como
amigos la podemos pasar mejor.
-Me estás
convenciendo.
Con Martín abrimos
una menta que estaba dentro de la heladera y brindamos. Esperaba que
apareciera Pamela en cualquier momento, tenía ganas de cogérmela,
de cogerla con Martín.
-“El nuevo día”
ya está a punto –dijo Pamela envuelta en una frazada, entrando a
la cocina.
-¿Cómo estás? –le
pregunté.
-Bien, creo que tiré
todo.
Martín se acercó a
Pamela y abrazándola dijo.
-Rubia te queremos
coger...
-¿Entre los dos o
de a uno por vez? –Preguntó sonriendo y acercándome con su brazo
hacia ella.
-Los dos a la vez.
-Dije y me sentí algo ridículo.
-Probemos entonces.
Nos queda tiempo antes de que llegue “El nuevo día” –dijo
Pamela.
3
Estábamos los tres
en la cama, Martín fumaba, Pamela se soltaba el pelo y yo miraba. No
sabía qué hacer. En un momento Pamela nos tomó de las manos y las
apoyó en sus tetas. Estaban calientes, con el pezón duro, todo
contraído, no aguanté más y le empecé a chupar el pezón. Martín
siguió con lo mismo. Pamela se quitó por completo la frazada de
encima y pidió que nos desvistiéramos. Al rato empezó a
masturbarnos a los dos al mismo tiempo, sentía que mi esperma iba a
salir en cualquier momento y traté de pensar en otra cosa. Miré
hacia la ventana y comenzaba a amanecer. Sentí la boca de Pamela en
mi pija, sentía que la hacía llegar hasta la garganta, sentía un
vacío profundo que me absorbía, tenía mi pene a punto de estallar,
Pamela advirtió mi efusividad y se desprendió de mí y siguió con
Martín.
En un momento de
mucha ansiedad nos propuso hacer un 69 y lo hicimos alternándonos
con Martín. Su cuerpo tan elástico y encendido, me rodeaba por
completo, sus piernas envolvían mi cabeza y el olor de su sexo, me
sacudía, me llevaba al estado más absurdo. Pamela me dijo que le
metiera la lengua en el culo, se dio vuelta en la cama y me lo
ofreció, había una dilatación casi perfecta, y dejé que mi lengua
explorara. Cuando lo hice, el sabor agridulce que sentí en el
paladar me excitó tanto que sentí que la pija me iba a reventar, ya
no tenía control sobre mí. Martín me pidió hacer lo que yo estaba
haciendo y lo dejé. Pamela gemía y parecía que acababa a cada
instante. Pidió que la penetráramos y fui el primero. Su vagina
estaba tan excitada que parecía explotar, los movimientos de sus
caderas se aceleraban tanto que yo parecía flotar encima de ella.
Fue el turno de Martín y me quedé a un costado de la cama. Vi el
sol que aparecía.
-Chicos, no domino
mi cuerpo. -Dijo Pamela debajo de Martín-. Quiero que me cojan por
el culo.
Martín se
desprendió de Pamela, escupí saliva en mi mano y la pasé por mi
pene. Pamela se preparó y metí la pija en su culo. Fue despacio
hasta que sentí que algo me chupó desde adentro y ya estaba
cogiéndola por el culo. Sentía que eso no tenía fin, mientras más
se la metía, más adentro me pedía. Estaba a punto de eyacular y lo
dejé a Martín. A Pamela se le ocurrió una doble penetración.
Martín se quedó abajo y Pamela arriba, una vez que Martín la
penetró yo lo hice por el culo. Los tres de alguna manera estábamos
unidos. Al principio fue desastroso por los ritmos de cada uno, hasta
que sincronizamos y estábamos los tres cogiendo. Pamela metida entre
nosotros, aumentaba los movimientos, mi penetración se hacía cada
vez más profunda, al igual que Martín, ya estaba casi al borde,
Pamela exultante gritaba, pretendía más, y yo pretendía no
terminar con ese momento.
Martín acabó
primero, se salió de su posición y quedé encima de Pamela a punto
de acabar, ella en cuatro patas sobre la cama y yo de pie. Un grito
afónico acompañado de movimientos intensos, sostuvieron a Pamela
mientras desde su concha se desprendía su eyaculación, seguida de
pequeños chorritos de orina que salpicaron en la cama. En ese
momento fue mi turno... Mi esperma parecía no tener fin, me estaba
vaciando dentro de Pamela, que gimió casi por última vez al sentir
mi líquido penetrándola.
4
Pamela fue la
primera que se despertó. Nos trajo café con facturas a la cama.
Desayunamos y no dijimos nada ninguno de los tres.
-¿Alguien vio como
aparecía “El nuevo día”? –Preguntó Pamela.
-Yo. –Dije.
-Yo también. –Dijo
Martín.
-Y yo. –Dijo
Pamela, mientras se acomodaba entre medio de nosotros dos.