A continuación un
relato, adelanto, de lo que será mi próximo libro. Se trata de
“Veinte minutos”, inédito, que forma parte de “7 Relatos Gore”
un compendio de relatos de este género que pronto verán la luz en
su edición papel. Así, entonces, este va a ser mi segundo libro de
relatos y el primero en el que experimento en este género. A“Veinte
minutos” lo podría definir como un relato de “gore
surrealista”, en fin, sin más el texto en cuestión.
Sobre el tajo brotando
espuma blanca mezclándose con chorros de sangre espesa y oscura fue
lo que me puso cachonda. ¡Por dios! Qué subidón.
Desperté tan exaltada
que cuando abrí los ojos quedé por varios segundos con la mirada
clavada en el techo tratando de saber en dónde estaba, qué día era
y qué hora era. Respiré profundo, cerré los ojos y cuando los
volví abrir empecé a ubicarme. De apoco comencé a escuchar ruidos
de coches a lo lejos y el murmullo típico de la calle cuando la
ciudad comienza la jornada. También la luz fue despejando la
oscuridad del cuarto, miré el celular y eran las siete y..., siete y
treinta y ocho. Osea que tenía todavía veinte minutos para que
sonara la alarma.
Mejor no intentar volver
a dormir, mejor no. Había leído por ahí que si uno vuelve al sueño
el cuerpo queda medio cortado, o algo así. Así que mejor no dormir.
De todas maneras las imágenes esas me daban vueltas, sentía el
cuerpo excitado todavía, una cosa medio orgásmica me sacudía muy
sutilmente por dentro. Los roces con las sábanas me daban
escalofríos, pero de los lindos... Qué sé yo, estaba algo
confundida pero a su vez me sentía con una sensación tan plena que
creo que eso era lo que me mantenía cuerda.
Veinte minutos, veinte
minutos para que sonara la alarma. Tenía ese espacio de tiempo para
dejarme llevar y recordar más, tratar de entender aquello de la
imágenes. Quería que sí, que aparecieran completas, quería más
de aquel sueño que me arrastraba a este estado. Tenía veinte
minutos para poder volver a esas imágenes. Mejor no dormir.
Si cerraba los ojos podía
acercarme más al recuerdo, podía de apoco ir recorriendo lo que me
traía la mente. Y juro, juro que era tan explicito que me parecía
revivirlo. Me dejé llevar tanto por la imágenes que eran muy
desordenadas e ilógicas, como así también de las sensaciones que
eso provocaba de manera real en mi cuerpo.
Un tumulto de carne
transpirada se me refregaba por el cuerpo, una alfombra pegajosa de
piel humana me envolvía y una luz roja muy tenue me cegaba. Todo
alrededor era una catarata de colores burbujeantes. Soportaba
espasmos tan suaves como placenteros cuando una lengua ensalivada me
rozaba el clítoris. No sé si solo era una, los movimientos se
sucedían tan seguidos que creo más de una lengua me sobaba la
concha. Una necesidad tan intensa me revolvía por dentro que
necesitaba urgente abrirme la piel para soltar todo. Una boca
caliente me poseía los labios, tragaba un liquido sedoso y espeso
que se me confundía con mi propia saliva. La pulsaciones me hacían
temblar las tetas y erguir los pezones que en punta chocaban con la
carne de un torso tatuado y caliente. Creo que afuera llovía y era
una tormenta muy intensa los truenos explotaban en mi cabeza y
flotaba al cerrar los ojos. La luz ya no era roja, era azul. Un
miembro erecto hurgaba por entremedio de mis nalgas y buscaba
hundirse en mi culo, que dilatado, esperaba la penetración. Pero eso
no pasaba.
Como una serpiente, sí,
eso era. Como una serpiente me deslizaba entre membranas latentes,
calientes y húmedas. Me atornillaba boca abajo en una especie de
colchón reventado entre la lana desgastada y mugrienta hasta que un
falo se clava en mí y chocaba con la entrada del útero. Me dolía,
pero la pija adentro mío palpitaba tanto que la concha misma se me
iba hinchando y abriendo mientras yo escupía una especie de néctar
sobre la tela gastada de una almohada que se oscurecía tras los
escupitajos hasta quedar negra como el petroleo, momento en el cual
alguien me sujetaba entre las piernas siendo aún penetrada y giraba
mi cuerpo entre hojas pegajosas de una especie de planta gigante que
me guardaba en su capullo.
Lo latidos retumbaban en
mi pecho, en mi sien, en mi concha. Frente a mí unos redondos ojos
negros me miraban como induciéndome a algo, no entendía, tiritaba y
venía la penetración. Esta vez una daga carnosa y palpitante se me
insertaba en el culo. Los ojos seguían ahí. Las penetración se
aceleraban y los ojos frente a mí se agrandaban y pestañeaban. Me
abría cada vez más y sentía como el orgasmo iba de apoco
retumbándome en el vientre a punto de hacer erupción. El miembro
que tenía incrustado en mi trasero como un taladro escarbaba cada
vez con más presión y aclaración. Los ojos frente a mí ya eran
globos gigantes rellenos de vino a punto de explotar. Sentía la
presión en el orificio anal y como la pija se hinchaba adentro mío,
eso iba a explotar. En cualquier momento también yo iba a estallar.
Ya no habían luces ni
rojas ni azules, ya no había nada. Pero todo era tan claro pero tan
claro que mi cuerpo de apoco se volvía transparente. Para
corroborarlo levante las manos y me vi toda entera por dentro, veía
como la sangre se esparcía por las venas y arterias, como los
nervios se me hinchaban y enrojecían como los músculos y tendones
latían, sabía que algo venía. En silencio oí una gran explosión
chirriante, oí como si fuera un trueno dentro de mis entrañas. La
pija expulsaba todo un semen plateado y que sentía se desparramaba
por todos mis intestinos. Fue entonces cuando se produjo en todo mi
cuerpo una especie de desgarro que me dejó en dos. El orgasmo se
expandía por todas mis venas chicoteando con mi corazón que
rebotaba dentro de mi pecho. Los dos ojos aquellos a punto de
explotar frente a mí me pusieron ansiosa y no se donde apareció un
cúter verde y tajie las dos bolas negras que me miraban.
Primero saltó un líquido
blancuzco que me empapó la cara, un gran cumshot que bebí con
locura, después el vino, ese líquido rojizo se esparció
rápidamente por todos lados y empecé a chupar de manera
descontrolada todo lo que podía. Hundí más el cúter en una
especie de cráter y arranqué dos bolas pegajosas y medio blandas
pero resistentes. Jugué un rato con esas cosas con mis manos y
después de un saqué me las introduje en la vagina como dos gomtias.
Sentía esa necesidad, la necesidad de estar llena por dentro, muy
llena por dentro. Las dos bolas entraron y las sentí dentro mío
rebotando de un lado para otro.
Era deliciosa la
sensación, mientras la traigo en mente, me excitan tanto que no sé
como parar esta ansiedad. Estaba tan por encima de todo que
literalmente me movía con las piernas abiertas y con las dos bolas
adentro sobre un cajón pegajoso e inerte. Ahora fue que un cuchillo
me ayudó y mientras galopaba y estrujaba todo para alcanzar
desahogar el inminente orgasmo metí la punta del cuchillo en ese
cajón, fue entonces cuando brotó la sangre desesperada por
expandirse. Chorros de sangre oscura y caliente se mezclaban con una
especie de baba condensada blanca y eso me hizo acabar de una forma,
diría yo: E S P A C I A L.
Pero vuelvo otra vez en
sí. Ha sonado la alarma del celular. Ya son las ocho y dentro de una
hora entró a la oficina. No sé cómo voy a llegar, estoy tan
enganchada con todo esto que me cuesta dar el primer paso fuera de la
cama. Igual acá está todo muy húmedo, he dejado sangre, sudor y
lágrimas entre estas sábanas.
Javier, mi novio, se ha
dado cuenta y ahora que me levanto, veo que se ha acomodado en el
suelo. Lo entiendo, entiendo que ha de estar un poco harto de esto
que me pasa. Con Gastón era lo mismo y también con Mauricio, no
soportaban estos sueños y me dejaban. Pero Javi ha sido más
inteligente que ellos, se ha puesto a dormir en el suelo, fuera de
peligro y lo entiendo. Se ha sacado los ojos para no verme y también
se ha abierto el pecho para mostrarme que tan inmenso y rojo es su
corazón. Aunque, se le ha ido la mano, sin ojos y con todo abierto
mostrando la tripas y todo enchastrado poco me puede seducir.
En fin, ya pasaron veinte
minutos y logré no dormir, eso quiere decir que mi cuerpo esta listo
para una nueva jornada.